Mis amigos no (me) comparten
Ese momento en el que, con la mejor de tus intenciones, subes un post a cualquiera de tus redes sociales o publicas uno más formal en tu blog…y esperas por el resultado con la tensión de quien ve una película de suspense.
Whatsappeas a tu madre para contárselo (otra vez), le dices a tu marido que te de feedback (a ver si poniéndote en plan profesional te hace caso), envías capturas de pantallas a tu grupo de íntimas para confirmar que se han enterado de la trascendencia vital que supone tu publicación. Al día siguiente spameas a tus contactos pidiendo que por favor (eso sí, la educación que no falte nunca) te lean y te compartan si les apetece, pero que lo hagan, ya si eso… Tus colegas de profesión que tanto dicen apoyarte desde ese buenrollismo edulcorado, se escudan en el más profundo de los silencios cada vez que apareces escena.
Y aún así, nada! Tus posts, tus contenidos no llegan, no generan interacción, los analytics dan pena (la meseta de la estepa siberiana parece aquello, siempre a 0). Ni likes, ni comentarios, ni apoyo en la difusión de tu nueva idea, ni ná de ná.
Todo te da vueltas, se te nubla la mirada y estás a punto de desmayarte hasta que te das cuenta de la realidad: tus amigos no (te) comparten.
Tu núcleo de allegados, conocidos y demás personas que te quieren y aprecian (o no…), ignoran por completo las temáticas que tratas en tu web o aquello que desarrollas en tu profesión día a día. No les hace falta: te tienen afecto de todas formas, hace tiempo que te aceptaron tal y como eres, al igual que tú a ellos. Entonces ¿por qué los torturas de manera periódica haciéndoles leer y emplear tiempo de su vida en algo que puede llegar a ser un auténtico suplicio para ellos?
¿Te has parado a pensar que tus contenidos, tus servicios y productos no van dirigidos a ellos? Por lo tanto…no tienen porque interesarles y aún así, seguirán formando parte de tu vida, ya no es ese el nexo que os une.
Sé que estás enfadado porque tus esfuerzos parecen no servir de nada, pero ésta es la única forma de que seas consciente de que estás empleando mal tus recursos, tu energía.
Estas personas de las que hablamos no son tu público objetivo, simplemente ya estaban en tu vida antes de que te pusieses como un loco con tu marca personal (pero si estás haciendo esto, que sepas…que lo haces mal, muy mal). Todo lo que creas a nivel de contenido, imagen o producto debe estar pensado por y para tu audiencia, tus potenciales clientes, siempre sin perder de vista tu esencia. Y por lo tanto, tu familia, tus amigos, tus compañeros, es posible que no lo sean, o quizás sí, pero no están obligados a ser tus seguidores por el simple hecho de quererte.
Tus amigos no te comparten, qué rabia!
¿Has pensado que quizás no quieran compartir con nadie esa faceta tuya que tu entorno profesional desconoce?
¿Te has dado cuenta de que lo que ellos valoran está años luz de ser aquello que tu ofreces como propuesta de valor de tu marca en la red y en la creación de contactos?
¿Eres consciente de que no ven tu rol profesional y prefieren el de hijo, vecino, compañero, amigo?
Creo que toca otra cosa…
Toca revisar estrategia, definir y conocer mejor a tu público objetivo y sus necesidades, investigar en profundidad dónde se encuentra esa audiencia y qué canal es el más adecuado para llegar a ella.
Toca hacer balance de los fallos cometidos al forzar a estas personas a que te “compren” una idea que no les interesa absoluto, tan sólo por no hacerte daño (por pena!!!) y saber si quieres seguir adelante con este objetivo profesional: conseguir resultados por pena.
Toca darse cuenta de que has estado despilfarrando recursos en un hartazgo de peticiones que rozan la súplica en un entorno donde lo que destacan de ti nada tiene que ver con lo que ofreces a tu clientes.
Toca cambiar el concepto de alcance de marca, toca saber que tu impacto no ha de ser aquí si no en otro entorno.
Toca aceptar que estabas equivocado y valorar qué quieres hacer con la información que tienes en tus manos sobre tu futuro profesional.
Me gustaría que hicieras una viaje mental rápidamente por…..
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Piensa en lo que puedes ofrecer basándote en tus conocimientos, experiencias, talento y potencialidades. Pero no pierdas de vista los nichos de mercado, los huecos que nos ofrece el entorno en el que vives, cada vez más amplio y global, afortunadamente.
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Crea una serie de productos y servicios, dales un formato interesante para tu público y elige el canal más adecuado para hacerlo llegar.
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Planifica la estrategia de comunicación y difusión de tu marca. No te asustes: la inversión va más relacionada con la constancia, el tiempo y el esfuerzo que con grandes presupuestos.
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Define cada cuánto hacer publicaciones, el formato (post, blog, colaboraciones,, vídeo, podcast), el contenido (reflexiones, opiniones, didáctico, etc), el canal (la red social más adecuada), la extensión, el tipo de interacción que buscas.
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Revisa la calidad de tus contenidos: quizás no sean malos, pero sí mejorables y poco adecuados a lo que tu público necesita.
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Desarrolla una red de contactos con personas clave del sector, referentes, colaboradores, prescriptores. Hazlo poco a poco, con respeto y mucho cariño y un día, crecerá por sí mima de manera exponencial y tendrás tu propia comunidad, si la cuidas adecuadamente.
Si después de todos estos pasos, tus seres queridos siguen apareciendo en escena y son clientes potenciales, entonces sí, tienes derecho a sentirte ofendido. Pero en caso contrario, quizás sería más adecuado enfocar toda esa rabia hacia reconducir tus esfuerzos y encontrar ese público objetivo que te está esperando.
No temas que tus amigos no te compartan, no son ellos los que harán crecer tu proyecto profesional.
Una colaboración de Jessica Buelga para el Blog de Comunika2